sábado, 13 de septiembre de 2008

El disputado aprobado

Dedicado a María de Móstoles



A partir del mes de mayo, el curso se acaba para algunos. Por ejemplo, a mediados de mes, 2º de Bachillerato termina, pues hay que matricularse para la selectividad.
Aprobar todo en mayo supone poder optar a los estudios universitarios o profesionales deseados. No obstante, había alumnos con materias suspensas que presionaban a los profesores para que les aprobasen por su cara bonita.
El nivel de cinismo era elevado cuando los alumnos afirmaban que habían asistido a clase, hecho los ejercicios, mostrado interés y demostrado buen comportamiento. Evidentemente, o tenían poca memoria o habían estado en otra clase.
El papel de algunos padres era infame cuando trataban desconsideradamente a los profesores y les decían que “habían venido por las buenas para que aprobasen a sus hijos porque sólo les quedaba una”. La pregunta es: ¿Cómo (les) aprobaron las demás? Esto ¿qué es? ¿Un despacho de notas a gusto del consumidor?
Si el profesor es digno no se rebajará a rendir un aprobado inmerecido, que sería como pagarle a uno por el trabajo que no ha hecho. Entonces, el padre o la madre amenazaba con poner una reclamación. Este trámite sólo era válido para solicitar la revisión del examen y la amenaza no era necesaria. El departamento en cuestión se reunía, revisaba el examen y decidía. Marckopole sospecha que muchas reclamaciones eran estimuladas por el equipo directivo y los profes-colegas-de-alumnos. En un pueblo como aquel, el caciquismo seguía presente y se pedían y daban favores.¡Qué peeena!

A Teresa, profe de un grupo de 2º de Historia de España le habían presentado 11 reclamaciones. De ellas, 5 se desestimaron al instante en el departamento, porque eran alumnos aprobados que pedían que se aprobase a un compañero.¡Cuánta solidaridad!
El resto solicitaba que les aprobasen, cuando sus exámenes no llegaban ni al 4.
En fin, hora y media en el departamento para responder a cada una de las absurdas peticiones. También el cretino del jefe de departamento, Jacobo Balicón aportaba su “ pizca de sentido común”. “Es que en 2º de Bachillerato como ya se obtiene un título, los padres se pueden presentar con un abogado para ver exámenes, ejercicios, etc. y pueden llegar a la inspección para que les aprueben”.
“¿Y qué?” respondió Teresa – “Yo le presento a mi abogado. ¡ A ver si se creen que aquí nos van a mangonear!”
Dicha profesora sufrió el acoso de otros profesores cuando en la sesión de evaluación extraordinaria de 2º de Bachillerato, resultó que al alumno de 20 años, Enric Arota, sólo suspendía Historia de España con un 0 en el examen. Los profesores que hablaron en la sesión le pedían a Teresa que le aprobase ¡Vaya manera de devaluar la enseñanza! El nivel de ruindad aumentó con el tutor del grupo Fermí Serable, quien le soltaba lindezas como: “¿Vas a poder dormir bien esta noche? Lo que has hecho va a caer sobre tu conciencia”. Además, Teresa, desconcertada, argumentaba que: “Por esa regla de tres,¡ deberíamos aprobar a los que no se han presentado al examen!” A lo que el trastornado tutor respondió: “Pues es otra posibilidad que se podría considerar”.
Posteriormente, Marckopole tuvo unas palabras con el rastrero tutor y le reprochó su indigna actuación por coaccionar a la profesora.

Al día siguiente, las notas se publicaron y vino Enric Arota para hablar con Teresa:
-“Yo te pido un favor personal. Es que mi padre me ha apuntado a una escuela de pilotos y ha pagado 6000 euros de matrícula y la edad máxima para inscribirse es 21 y ya tengo 20 y me hace falta el título de Bachillerato”.
-“¿Quieres ver el examen?” apostilló Teresa.
-“No, no lo quiero ver. No estudié mucho, pero... tú ya sabes que he sido un alumno ejemplar: he venido a clase y casi apruebo los exámenes...”
-“Mira – contestó Teresa- no me has entregado ni un resumen de los que te he pedido. Has faltado 20 veces a clase. ¿Dónde está tu ejemplaridad?”
- “Entonces... ¿no me vas a aprobar? Es que es una oportunidad única” – imploró Enric Arota.
- Mira. Yo no tengo la culpa de que tengas 20 años y de que no hayas estudiado. Yo lo siento mucho, pero no puedo. Cuando tengas un trabajo y demuestres responsabilidad comprenderás que debes cumplir con tu obligación para obtener resultados positivos”.

Finalmente, según contó Enric Arota, consiguió que le hicieran una ¿rebaja? por no tener el título y entró en la escuela de pilotos de Louis Gosset Jr. y allí sí que se enteró de lo que costaba ser piloto.

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