jueves, 26 de junio de 2008

Los miserables (3ª parte)

La profesión docente requiere un estado de salud física y mental pleno o, por lo menos, aceptable. Si no es así, es preferible no acudir al centro , pues los profesores siempre tienen una o varias clases en las que deben mantener a raya a alumnos con incontinencia verbal, alteraciones de conducta o de agresividad manifiesta. Evidentemente, si la salud flojea, el sufrido docente podría caer en acto de servicio, cual herbívoro ante las fieras de la sabana.

Un día, Marckopole fue afectado por unas terribles fiebres malavillanas que le impidieron ir un viernes a Malavilla. Pasó el fin de semana tomando algunas pastillas y el lunes decidió volver al instituto. No es que se sintiera totalmente repuesto, pues tenía las articulaciones doloridas, pero fue. Una vez allí, tras contestar a las solidarias preguntas de sus compañeros, aprovechó un hueco para rellenar la hoja de justificación de faltas y aportar un justificante personal.
Pasadas dos semanas, Marckopole encontró una nota del director en su casillero. En ella le advertía de que debía entregar un documento justificativo sobre su ausencia aquel día. De lo contrario, siguiendo las indicaciones del servicio de inspección técnica, se haría una “oportuna deducción de haberes”.
¿Qué hacer? Marckopole emprendió una expedición hacia su residencia y pidió una cita con su doctora de cabecera, Paloma Lospelos . Sin embargo, ante la petición de un justificante para el día de marras, la respuesta fue negativa: “Lo tenemos prohibido”. “Tenías que haber venido el mismo día o haber llamado por teléfono al centro de salud”.
“Sí”- contestó nuestro profesor- “Pero aquel día no tenía ganas de nada”.
Entonces se le ocurrió que podía presentarle a Esteve Doble una relación de lo que le sucedió, avalado por quienes constataron que estaba enfermo, incluido su colega Francesco.
Dicho y hecho. Además, para asegurarse de que el nuevo justificante llegaría a su destino lo pasó a través del registro de la secretaría del instituto. “A ver si le parece válido” pensó Marckopole.
Aquella mañana transcurría sin mayor novedad, cuando antes de empezar la 6ª hora vino el conserje y repartió una serie de cartas a Luigi, Marcello, Chiara y a Marcko. En ellas se anunciaba la “deducción de haberes” por no haber justificado la ausencia dicho día.
Claramente se había comprobado la consideración de Esteve Doble ante el justificante presentado por Marcko unas horas atrás. A los colegas de nuestro profesor les había pasado más o menos lo mismo: un día enfermos y no fueron al médico. Como decía Luigi, “yo creo que este director tiene una falta de comunicación”.
Marcko se sintió bastante enfadado y, al lunes siguiente, le pediría explicaciones a aquel individuo conocido como Esteve Doble.
De esta manera, ese lunes accedió a la sala de profesores y vio al director. Marcko le mostró la carta firmada por el individuo-director. Éste le dijo que había seguido las instrucciones de inspección (que debe ser algo así como un estadio intermedio entre la divinidad y el mundo terrenal) y que el profesor hablase con ellos y viera cuáles eran los justificantes que se podían presentar.
- “Yo te presenté un justificante” – afirmó Marcko.
- “Ya, pero tú no puedes firmar un justificante”- repuso Doble.
- “Esto es injusto” – insistió Marcko.
- “ Yo no voy a entrar si es justo o no. Habla con inspección y bla, bla, bla” – proseguía el individuo-director.
- “En un centro normal no harían esto” – le espetó Marcko.
- “Ah. ¿Entonces esto no es un centro normal? – preguntó Doble indignado.
Marcko negó con la cabeza y le dijo que esperaba que siguiera con la misma ecuanimidad con el resto de profesores.
En fin, docentes, si caen enfermos y no pueden ir al centro educativo, preocúpense primero por obtener el justificante preceptivo y después ya se recuperarán.
La verdad es que el director ya ha dado muestras de sus carencias: falta de empatía, comprensión y, sobre todo, de sentido común. Si Marckopole fuera un absentista, pues sería lógico exigir rigor, pero aquel día de abril fue el primero que faltó en el 2008, es más, Chiara había faltado dos días y era el primero que no presentaba justificante.
Por lo tanto, Marckopole supone que a Esteve Doble, el Alto Servicio de la Incompetente Inspección Técnica, le habrá otorgado la medalla a la Persecución y Sanción del Docente Ausente, y lo podrá incluir entre sus méritos para promocionar en el escalafón de directores miserables. ¡Qué pena!